Puntería... [Libre]

Uno a uno, los huecos que creaban las balas en los muñecos de papel iban aumentando. De vez en cuando, combinaba la velocidad y potencia de las pistolas con su poder de electricidad, creando así una destrucción en cadena.

No había nada, nadie más que ella en aquella sala de entrenamiento, la destinada a la puntería y las armas de fuego. A pesar de haber llegado a ser Teniente Coronel, y por ello tener cierto respeto entre Sydän, aún no era suficiente. "Más fuerte, he de ser más fuerte..."

Tal vez era el típico pensamiento de la chica egocéntrica a la que no le gusta que haya gente más poderosa que ella. Pero así era, no dejaría que nadie se creyera mejor que ella. Sus ojos estaban concentrados en los muñecos de cartón, a los que dejaba echos quesos fritos en cuestión se segundos, conforme aparecían en distintos lugares.

Sus ojos se movían rápidamente, el silencio llenaba la sala, solo estropeado por el fuerte sonido de los disparos y del rayo haciendo contacto con el papel...

-Demasiado fácil -Suspiró, bajando el arma, tomándose un descanso-. Quiero practicar con objetivos de verdad...

Unos disparos mezclados con el crepitar de papel ardiendo resonaban por el pasillo que llevaba hasta la galería de tiro. Una vez allí, James sólo vio a la teniente coronel Seela, que se hallaba de espaldas a él, con pinta de cansancio. Tranquilamente, se acercó a uno de los vacíos puestos, desenfundó sus revólveres gemelos y de dispuso a acribillar a todo lo que moviera por allí delante. No tardó en aparecer el primer objetivo, una mera silueta de papel pintado, con las marcas de las zonas y los puntos en cada una de ellas.

<<Esto va a ser aburrido>>, se lamentó. Mas tenía un código estricto acerca del entrenamiento, y sabía que no podía descuidarlo un solo día.

¡Bang, bang! Sus balas atravesaban el frío aire de la sala, curvando ligeramente su trayectoria hasta impactar en la zona de la cabeza o el cuello. No le era problema al pistolero impactar por sí solo en aquellos lugares determinados, pero le gustaba emplear su poder, "fallando" adrede y luego corrigiendo las trayectorias creando pequeños campos magnéticos que redirigían los proyectiles a donde él lo deseaba. Con cierto margen, pues le exigía gran concentración disparar bien y generar magnetismo controlado al mismo tiempo.

Pero aquellos inútiles pedazos de celulosa no eran rival para él.